martes, 5 de octubre de 2010

- Lee y comenta con tus compañeros/as el prólogo y el capítulo 2 (pp.23-34) del libro de Savater, F. (1996). “El valor de educar”. Barcelona: Ariel.

Para empezar, en el prólogo me ha impactado la manera de dirigirse al colectivo de docentes (incluido él), ya que mediante una carta a su amiga maestra, brinda todo el apoyo y optimismo que necesitan los educadores debido a la pésima visión que siempre ha tenido la sociedad ante los maestros. “La opinión popular da por supuesto que a maestro no se dedica sino quien es incapaz de mayores designios, gente inepta para realizar una carrera universitaria completa y cuya posición socioeconómica ha de ser necesariamente ínfima.” Siguiendo con la temática del texto, comparto la misma idea que el autor que para que el sistema educativo mejore, debemos etiquetar como esencial la enseñanza básica y no ese “pesimismo educativo” que se susurra entre la gente, ya que esa actitud de “desvirtualización” y escaso reconocimiento social esta produciendo la marcha de muchos docentes a estudios superiores. Otra vez más podemos ver como la idea principal del autor se va repitiendo, nos dice que debemos depositar un cierto nivel de confianza en los educadores ya que “Los pesimistas pueden ser buenos domadores pero no buenos maestros”. Finalmente, en modo de conclusión me ha llamado la atención la introducción de la  palabra “valor” al campo educativo, por que primero señala que la educación es valiosa y válida por una parte, y por otra parte, el coraje que muestran los docentes aun sabiendo que “es la tarea más sujeta a quiebras psicológicas, a depresiones, a desalentada fatiga acompañada por la sensación de sufrir abandono en una sociedad exigente pero desorientada”.

En el capítulo dos, Savater nos intenta expresar el papel fundamental que tiene la sociabilización en el proceso de aprendizaje del ser humano. Esto se observa claramente en la siguiente cita: “La genética nos predispone, pero sin educación y convivencia social  no llegamos a ser humanos.” El autor intenta abrirnos los ojos diciéndonos que en la educación que recibimos, se nos enseña que no somos ni “únicos” ni “iniciadores”; únicos por que absorbemos las cualidades y conocimientos de los parientes y las personas que nos rodean, iniciadores por que ya pertenecemos a un contexto creado por el hombre del cual vamos a nutrirnos. Savater piensa que el manejo del tiempo es la fuente de nuestra grandeza por que no existe ningún aprendizaje que no implique conciencia temporal y además la función de enseñar está tan esencialmente enraizada en la condición humana que nos resulta obligado admitir que cualquiera puede enseñar, esto no quiere decir que cualquiera sea capaz de enseñar cualquier cosa. Nuestro autor hace referencia al ideal educativo griego paideia donde existían dos personajes claramente diferenciados, los pedagogos, los cuales se encargaban de instruir a gente activa  de un punto de vista moral y los maestros los cuales se encargaban de instruir a gente productiva de un punto de vista instrumental. En este capítulo también distingue dos tipos de capacidades, las cerradas y las abiertas”. Nos dice que dentro de las cerradas hay de carácter funcional como por ejemplo andar, vestirse, lavarse, etc. Y otras de carácter sofisticado como calcular, leer y escribir, aunque lo que tienen en común las capacidades cerradas es que se pueden dominar. Por otro lado, dentro de las capacidades abiertas observamos las de carácter universal como razonar o hablar y otras de carácter optativo como escribir poesía, pintar, componer música, y lo que tienen en común es que si que se pueden dominar.  Me gustaría acabar con el diccionario del diablo de Ambrose Bierce ya que realiza una crítica a la forma de instruir basada en la memorización de datos, es decir, como las clases magistrales que están de moda en la actualidad.

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